martes, 19 de junio de 2012

perros y kant

"Perros:
Seguimos una rutina, con un montón de sobresaltos, obligaciones, sujetos por patas y cuello, con revolcones y escapadas.
Sólo ladro un poco y bajo, para aclararme la garganta... no soy de esos que siempre andan estirando el hocico y aullando.
Seguimos a una señora alta durante un rato... por nada especial, excepto que llevaba un paquete con carne. Sabíamos que no conseguiríamos nada, pero nunca se puede saber. A veces noto simplemente como si se me cerraran los ojos y me pongo a seguir a alguien pretendiendo que somos suyos y que nos llevan a algún sitio.
El Cerebro no estaba, pero la Barba sí. Cogió ese maldito palo y trató de volver a pegarme, agitándolo y gritando... hace mucho tiempo me imaginaba que su objetivo es ver si soy lo bastante tonto como para saltarlo. Pero no muerdo, me limito a largarme. Luego hace lo mismo que todos: me coge por las patas de delante y trata de que me mantenga tieso sobre las de atrás. No consigo imaginar con qué objeto.
Quiero lamerlo, pero cuando me acerco de verdad suelta un: "¡Largo!", y se estira. Creía que me lo iba a comer sólo porque está agachado.
El niño dijo: "¡Fuera de aquí!", y eso hizo que me sintiera mal porque nunca en la vida he comido a un perro y no lo haría a menos que tuviera mucha hambre.
Debe de haber por aquí centenares de huesos y no sé para qué los escondo. Nunca los vuelvo a encontrar a no ser por casualidad, pero no puedo dejar de esconderlos."
Personajes.
El Crack-Up.
F. Scott Fitzgerald. 

Me da miedo leer este fragmento de Scott Fitzgerald y pensar a partir de la última frase en lo que dijo Kant de que, aunque no podamos responder ciertas preguntas, no vamos a dejar de preguntárnoslas. Me da miedo, sí, porque me prometí a mí misma que después de Selectividad lo olvidaría todo.

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